Palabras de Marichuy en el Hemiciclo a Juárez, Ciudad de México. 24 enero 2018

Buenas tardes, hermanas y hermanos de esta Ciudad de México.
Estamos nuevamente aquí después de caminar por el dolor de nuestra patria, en las comunidades originarias y en las ciudades, pues este proceso en el que estamos recolectando firmas para que nuestra propuesta aparezca en las boletas electorales nos ha permitido caminar a lo largo y ancho del país, donde estamos encontrando la conciencia que buscamos y nos está encontrando aquella que nos busca. Con el dolor y la esperanza de los pueblos que vamos visitando seguimos confirmando que es la hora de los de abajo, es tan inevitable como evidente es la destrucción que los capitalistas han hecho.
Se mira también en los comunicados, cartas y pronunciamientos que redes de apoyo al CIG, pueblos originarios, sindicatos, colectivos y organizaciones de derechos humanos han hecho repudiando y condenando la agresión que sufrieron nuestros hermanos de los medios de comunicación que acompañan el recorrido, por personas armadas en el estado de Michoacán el pasado 21 de enero. No sólo condenan lo ocurrido, señalan al verdadero culpable que está en todos los niveles del mal gobierno y llaman a la organización.
Nosotros los pueblos originarios también llamamos a la organización, les decimos nuestra palabra porque estamos, porque estuvimos y estaremos defendiendo lo que somos y tenemos para los que vienen. Ese es el destino que hemos decidido y que decidieron nuestros abuelos. Decimos nuestra palabra que se construye en la resistencia y la rebeldía cada día en todos los rincones del país donde nos gobernamos desde abajo, como siempre hemos sido porque esa es nuestra lucha. Entonces pues, los principios que tenemos y ofrecemos al mundo crecerán porque crecerá la agresión en nuestra contra.
Llamamos a organizarnos y levantarnos, no dejándonos, haciendo autonomías de todas las formas y tamaños posibles, rebelarnos donde nos encontremos y con los que tenemos al lado. Lo decimos porque vemos que la guerra será peor que nunca contra la clase trabajadora, contra los pueblos indígenas, contra las mujeres, contra los niños, contra todos.
Esto somos y los necesitamos, necesitamos de la organización de todas y todos. No llevamos la prisa del mal gobierno, llevamos la urgencia de la lucha contra la muerte y por la vida, ésa que se hace en los tiempos y formas de cada pueblo y cada colectivo. Ésa se hace con tejidos finos desde abajo y en lo pequeño, nunca en la mentira electorera de arriba.
A ellos, nosotros no les podemos perdonar el dolor por nuestros muertos, ese no se acaba en el mes de febrero ni en el mes de julio. No les vamos a perdonar el hambre de nuestros hijos ni la destrucción de nuestra madre tierras, no les perdonaremos su cínica sonrisa en los promocionales electorales. Si les perdonamos, si olvidamos, todo se repetirá tantas veces que no quede nada de nosotros.
Nuestro tiempo ha llegado y ese no lo miden las autoridades electorales porque no hay forma de que lo entiendan, porque nuestra propuesta no puede siquiera ser comparada con ningún proyecto político neoliberal, nuestra propuesta está en los corazones colectivos, pero la política del mal gobierno y de todos los partidos políticos nunca ha estado hecha para entender la palabra colectiva, por el contrario, está hecha para silenciarla y destruirla. Se equivocan pues quienes piensan que nuestra propuesta depende de tener o no firmas, votos o puestos.
Son miles y miles de mexicanos y mexicanas que están dando su firma para apoyar esta propuesta y sabemos que detrás de esas miles de personas, de compañeras y compañeros están familias enteras que dicen que esto no puede seguir así, que la clase política capitalista neoliberal ha podrido toda la estructura del Estado Mexicano y que llegó la hora de construir desde abajo un nuevo mundo. Entonces, sigamos firmando para hacer más grande el llamado y que se vea el México de abajo hecho de cientos de miles, de millones dispuestos a organizarnos para tumbar, para desmontar el poder de los asesinos que dicen gobernar.  
La ofensiva, compañera, compañero, la hacemos todos. Debemos animarnos a imaginar lo que está prohibido por las reglas del capitalismo, debemos imaginar la justicia para construirla ejerciéndola, debemos tener bien nuestros propios corazones para que el corazón colectivo que somos esté bien, debemos estar sin miedo y unidos, debemos crecer esa claridad que hemos estado encontrando en los pueblos, no sólo del campo sino de las ciudades.
No demos un paso atrás y llevemos la palabra a donde se escuche, llevemos la organización a nuestras vidas, resistamos y construyamos la mañana que ansiamos en la oscuridad.
Desde la Ciudad de México
A 24 de enero de 2018

Nunca más un México sin Nosotros

Comentarios